Históricamente, ser mujer ha sido todo un desafío en varios aspectos de la vida e incluso en lo laboral. Hasta el año 2018 se venía observando un aumento constante de participación femenina en el mercado laboral según datos del Instituto Nacional de Estadísticas (INE), alcanzando un 53,3% disminuyendo posteriormente a la pandemia a un 45,3% en diciembre del año 2020, a diferencia de los hombres que alcanzaban un 73,9% y un 68,5% respectivamente.
Autora: Paz Bicentella

Históricamente, ser mujer ha sido todo un desafío en varios aspectos de la vida e incluso en lo laboral. Hasta el año 2018 se venía observando un aumento constante de participación femenina en el mercado laboral según datos del Instituto Nacional de Estadísticas (INE), alcanzando un 53,3% disminuyendo posteriormente a la pandemia a un 45,3% en diciembre del año 2020, a diferencia de los hombres que alcanzaban un 73,9% y un 68,5% respectivamente.

A raíz de la pandemia provocada por el Covid 19 se desencadenaron profundos cambios en el mercado y la participación femenina en este. La mayoría de las personas que han perdido sus trabajos pertenecen al género femenino, especialmente mujeres menores a veinticinco años, las cuales son las más afectadas según un informe del Banco Interamericano de Desarrollo.
Algunas formas en las que las mujeres están enfrentando esta situación es recurriendo a ayudas económicas del estado. De acuerdo con los datos entregados por el Ministerio de la Mujer, el 57% de las familias beneficiadas con el IFE Covid en el mes de abril del presente año tiene jefatura de hogar femenina.

Al mismo tiempo, existen algunos programas de ayuda económica para mujeres que quieren emprender tales como Capital Abeja de SERCOTEC, +Capaz Mujer Emprendedora de SENCE, programas de CORFO y FOSIS. Estos fondos en su gran mayoría son concursables y ofrecen desde $300.000 a $4.000.000 aproximadamente dependiendo del programa, las características del proyecto y la situación económica de la mujer que postula.

El problema con estos programas es que requieren un grado de conocimiento en el área que se desea emprender, un plan de negocio atractivo y un cofinanciamiento por parte de la postulante en el caso de los fondos que ofrecen mayor financiamiento y tienen poca flexibilidad para hacer modificaciones en los costos considerados desde un principio, lo que es todo un desafío para las mujeres que no cuentan con una asesoría personalizada ya que se premia siempre con un alto puntaje a los proyectos que están mejor desarrollados. Por otro lado, la disponibilidad de estos fondos y factibilidad de postular depende de la región de residencia.

Igualmente, se ha recurrido al retiro de fondos previsionales que según la AAFP (Asociación de AFP) 227.800 mujeres han realizado un retiro total quedándose sin ahorros para su pensión de vejez, mucho más que los hombres los cuales suman 112.000.

A la vista del alto porcentaje de mujeres jefas de hogar en nuestro país que han decidido retirar los ahorros para su vejez para generar emprendimientos y mejorar las condiciones tanto económicas como familiares, donde la mujer generalmente está a cargo del cuidado de los niños y de la casa se hace aún más importante el apoyo a emprendimientos femeninos para igualar el escenario con respecto a los hombres reduciendo los posibles inconvenientes que puedan surgir dada la mayor carga de responsabilidades.

Si bien existen apoyos económicos a nivel gubernamental enfocados en la mujer emprendedora es cierto que la implementación de subsidios adicionales más accesibles en cuanto al proceso y requisitos de postulación sería un aporte significativo para todas las emprendedoras que no califican para los programas anteriormente mencionados.

Bibliografía
Instituto Nacional de Estadísticas de Chile (INE Chile) (2021), “Género y empleo: Impacto de la crisis económica por COVID-19”.
Banco Interamericano de Desarrollo (2021), Informe anual 2020.
(Asociación de AFP Chile, s.f.