Autora: Andrea Abarzua

Las decisiones financieras conscientes y responsables, forman parte de un ideal que le permite a las personas afrontar de forma adecuada su cotidianidad. Para hacer frente a este reto, tanto los empleadores como los gobiernos han dedicado esfuerzos a seminarios, programas educativos y productos de planificación de la jubilación en la última década, pero tales esfuerzos sólo han tenido un efecto muy heterogéneo en los patrones de ahorro (Lusardi y Mitchell 2007). Esto se debe principalmente a que es poco probable que los programas de talla única para todos aborden con éxito los déficits de educación financiera, entre muchos grupos diferentes. Específicamente, en la medida en que el analfabetismo financiero está generalizado entre las mujeres. Las mujeres muestran niveles consistentemente bajos de educación financiera. Es menos probable que respondan de manera simple preguntas sobre conocimientos financieros correctamente, es más probable que respondan «no sé» a las preguntas, y se califican a sí mismas más bajo que los hombres en términos de conocimientos financieros autoevaluados. Esto es cierto en todos los países y en las medidas de conocimiento financiero, así como en todos las características demográficas. Es
particularmente sorprendente que los niveles de educación financiera parecen ser bajos entre las mujeres que tienen una buena educación y tienen un fuerte vínculo con el mercado laboral.

Por lo tanto, el objetivo fundamental de este documento será determinar si las mujeres poseen un bajo nivel de educación financiera.

Para comprobar la tesis planteada, se formulan los siguientes argumentos y evidencias que prueban lo expresado al inicio del ensayo.

En primer lugar, existen estudios que arrojan los bajos niveles de educación financiera en las mujeres, incluso en jóvenes que han tenido una “buena educación” y además tienen un fuerte vínculo con el mercado laboral (Mahdavi y Horton, 2014). Según la investigación de lusardi, las mujeres se ven afectadas, especialmente al momento de la jubilación, debido a que en vista del limitado conocimiento económico que poseen, no tienen aptitudes necesarias para planificar dicha jubilación. Siendo esto indispensable, pues, aquellos que no planifican tienden a acumular menos riquezas, en comparación de quienes planifican (Lusardi y Mitchell 2007). Cabe destacar que, la población femenina dispone de menos apego al mercado laboral y estudios incompletos, a causa de la maternidad, las responsabilidades del hogar y una escasa posesión de recursos financieros durante su vida. Por lo que con una menor cantidad de recursos disponibles y una mayor esperanza de vida, la estabilidad financiera de las mujeres está potencialmente en riesgo. Además, la investigación de Mahdavi y Horton (2014), aplicada a 4344 mujeres con
formación universitaria, aborda sus finanzas personales y su educación financiera. Los resultados revelan un conocimiento moderado y a veces bajo sobre la temática financiera, sin embargo, muestran que, a mayor nivel de formación, se presenta mayor dominio sobre el tema. Estos hallazgos evidencian la necesidad de que las mujeres universitarias tengan una mejor educación financiera. En la misma línea, Muccino (2014) señala que las personas con estudios universitarios tienen mayor tendencia a abrir cuentas bancarias, de hecho, el 47% de las mujeres y el 55% de los hombres declararon poseer como mínimo una cuenta bancaria.

Por otra parte, la mayoría de los casos las mujeres son las responsables del presupuesto del hogar y parecen ser mejores en cuanto a la administración del dinero en el corto plazo.

Así mismo, las mujeres tienen una mayor aversión al riesgo que los hombres (Atkinson y Messy, 2012; Hung, Yoong y Brown, 2012; OECD/INFE, 2013b).

Cabe mencionar que existe amplia evidencia de que las mujeres tienen menos confianza que los hombres, en particular en situaciones relacionadas con las finanzas. Algunos estudios indican que, si bien los hombres parecen tener demasiada confianza, las mujeres parecen incomprensibles. En el contexto del conocimiento financiero, Chen y Volpe (2002) encuentran que las estudiantes universitarias tienen menos confianza y entusiasmo sobre las finanzas. Webster y Ellis (1996) proporcionan evidencia de que, incluso entre los expertos financieros, las mujeres muestran una menor confianza en sí mismas en los análisis
financieros en comparación con los hombres.

Con lo expresado anteriormente, se puede llegar a la conclusión de que las mujeres poseen un bajo nivel de educación financiera, sin embargo, esto se debe a distintos factores que se imponen desde la sociedad hasta la autolimitación que se genera la propia mujer; principalmente por las grandes y sólidas diferencias de género en las que se tacha a la mujer
con un grado de inferioridad.

Por lo tanto, la alfabetización financiera debería ser un arma de empoderamiento para la mujer que se ve capaz de asumir un rol más activo en la negociación dentro y fuera del hogar, además el que las mujeres posean un mayor nivel educación financiera les permitirá tomar decisiones importantes a nivel monetario, traduciéndose esto en un mayor bienestar.

Referencias

Mahdavi, M., & Horton, N. J. (2014). Financial knowledge among educated women: Room for improvement. Journal of Consumer Affairs, 48(2), 403-417.
Lusardi, A., & Mitchell, O. S. (2014). The economic importance of financial literacy: Theory and evidence. Journal of economic literature, 52(1), 5-44.
Lusardi, A., & Mitchell, O. S. (2007). Baby boomer retirement security: The roles of planning, financial literacy, and housing wealth. Journal of monetary Economics, 54(1), 205-224.
Lusardi, A., & Mitchell, O. S. (2008). Planning and financial literacy: How do women fare?. American Economic Review, 98(2), 413-17
Webster, R. and T. Selwyn E. (1996), Men’s and women’s self-confidence in performing financial analysis, Psychological Reports, 79, pp. 1251-1254.
OECD (2013), Women and financial education: Evidence, policy responses and guidance, OECD Publishing
Chen, Haiyang and Ronald P. Volpe (2002), Gender differences in personal financial literacy among college students, Financial Services Review, 11, pp. 289-307
Grigion, A., Mendes, K. y Kirch, G. (2018). How well do women do when it comes to financial literacy? Proposition of an indicator and analysis of gender differences. Journal of Behavioral and Experimental Finance, 17, 28-41.
Muccino, G. (2014). La educación financiera en la agenda internacional post crisis financiera 2008 (tesis de maestría). Universidad de San Andrés, Buenos Aires, Argentina.